Es una Lucha

¿Están ayudando a los alumnos hispanos las políticas nuevas en el colegio con más variedad cultural, o están dejando a los alumnos más atrasados?

Es una Lucha

Traducido por Kari Marks

[Lee el artículo en Ingles]

Cuándo Catalina vio que su primo recibió un puñetazo al ojo mientras en la cafetería de la escuela, debería de haber parecido fuera de lo común, pero no fue así. Por rutina, ella se metió en la pelea y después recibió una expulsión temporal del colegio Lincoln West. Eso no fue inusual tampoco.

Hace un mes ella cumplió el año del grado 10, pero esta pelea en particular ocurrió durante el año del grado 9, en la primavera de 2014. Catalina fue una de los 461 estudiantes con expulsiones temporales durante el año 3013 – 2014 en Lincoln West (con un total de 3,118 días perdidas, o siete días perdidas por cada estudiante). Como muchas veces le mandaron a casa, ella dice que no hizo mucha tarea. Las clases la dejaron atrás.

Catalina ni siquiera quería pelearse ese día, pero la familia – la sangre – es primordial en la cultura puertorriqueña Se respalda a la familia.

“Él tenía el ojo hinchado, el labio quebrado y todo,” ella dice sobre la pelea. Parte de otra bronca de las pandillas.

Catalina cambia entre el inglés y el español cuando habla, diciendo un pues… o un lo que en sus conversaciones. La mayoría de sus amigos se extienden líneas lingüísticas también, sin embargo en la vida en casa en el lado oeste de Cleveland, por estos estudiantes, generalmente se habla español.

Cuándo los profesores llegaron a la pelea, Catalina y su primo trataron de explicar lo que ocurrió entre una mezcla agitada de idiomas. Le asaltaron a su primo, les dijo.

Ningún profesor realmente escuchó, ni podía, con la excepción de Elizabeth Ramos-Torres.

Ella estaba allí, mirando la pelea. Pronto se enteró de que así las cosas pasaban.

Ramos-Torres fue contratada por Esperanza Inc. en el marzo de 4014 como “la coordinadora bilingüe” para el colegio Lincoln West, que queda al sur de la avenida Clark en la calle West 30th. El trabajo , a los $47,500 anualmente, fue parte de la colaboración “Wrap Around” de Cleveland Metropolitan School District y el United Way – un programa de beca que trae los líderes de la comunidad en CMSD para ayudar a envolver a los estudiantes ambos dentro de y fuera del salón de clases. Durante su duración súbita, de seis meses, con la escuela, ella se enojaba con cómo el distrito implementaba el llamado Cleveland Plan for Transforming Our Schools y cómo la brecha entre los alumnos y los administradores se ensanchaba.

“Cuando leí sobre lo que el programa Wrap Around hace, realmente lo creí,” dijo Ramos-Torres a Scene poco después de haber sido despedida el otoño pasado. Estamos previstos a entrar en la escuela y crear programas que complazcan las necesidades de los estudiantes, los padres y los profesores. Pero concentramos más en los alumnos que en algo más, y en eso lo creí.”

Su optimismo se acabó. Para Catalina y su familia, la lucha ha sido constante en sus vidas para siempre.

***

Catalina no es su nombre actual. Ella dice a Scene que las presiones de intimidación de los profesores y los estudiantes en CMSD son demasiadas; divulgando sus problemas sólo aseguraría que tuviera más. Sentada en la mesa de su cocina, su madre a la izquierda y un traductor a la derecha, ella dice que problemas de larga duración en Lincoln West no han sido resueltos todavía. Sinceramente ella ya se cansó de tratar.

“A mi hija le ha pasado mucha intimidación,” dice su madre, Juana (otro seudónimo).La intimidan porque hay una barrera comunicativa y ella no puede expresarse. No hay nadie para representarla.”

Lo que quiere decir es eso: una rutina cada día de rechazo. “En el grado 10, tengo muchas dificultades,” dice Catalina. “Pido ayuda, pido a los profesores, y esperan y esperan contestarme. Me pongo frustrada y ellos se enojan conmigo.”

Eso puede parecer normal para muchos estudiantes que necesitan atención especial, pero Catalina dice que sus dificultades con la comprensión del inglés – ella estaba tomando ESL (inglés como segunda idioma) y disfrutando de la clase – presentan un impedimento para los profesores agobiados. Con tiempo, sus notas siguen bajando. Las calificaciones en los exámenes son pésimas.

Según el censo de los EEUU de 2010, la población hispana de Cleveland llegó a ser 39,000 personas. Va a haber un aumento en los próximos cinco años según las estimaciones, especialmente en el lado oeste – en las calles en la zona de la West 25th y Clark. Juana dice que las experiencias de su hija reflejan la marginalización política fuera de las fronteras de CMSD. Por lo general, ella tiene razón. Algunos profesores del distrito se acuerdan, en privado, de que la pobreza que rodea a la gente hispana de la zona de Clark-Fulton es un factor inevitable en su educación. El sistema amontona a estos estudiantes, y CMSD, aunque trata, no lo mejora. Por lo menos no en una manera extensa.

Lincoln West es una escuela con una variedad de grupos étnicos. 52 porcentajes de los alumnos en la escuela se identifican como hispanos y también hay estudiantes que hablan un total de 26 idiomas que representan 53 nacionalidades, al partir del principio del año 2014 – 2015. El total de la matriculación es más o menos 850 estudiantes, que es menos de los 1,200 en 2013 – 2014. Los estudiantes que están recién llegados a los EEUU – emigrantes de países por todas partes del mundo – frecuentemente asisten un año en la escuela Thomas Jefferson International Newcomers Acadamy antes de matricularse en Lincoln West para el grado diez. Sin embargo, los estudiantes y los padres dirán que es una escuela hispana.

Para Catalina, la vida, por supuesto, se centra en la escuela. Con cualquiera energía que pueda reunir, su meta es salir de la indigencia de pobreza en Cleveland y graduarse del colegio. Quiere ser una policía de SWAT cuando crezca. Ella sabe que necesita aumentar las calificaciones en las matemáticas.

Para facilitar los sueños de los miles de estudiantes en CMSD, el distrito empezó a apuntar hacia las escuelas débiles hace unos años. Un componente central del Cleveland Plan for Transforming Our Schools es la identificación de 23 Ïnvestment schools”—las escuelas que se clasifican entre las peores de las peores. La lista incluye Lincoln West con su mayoría de estudiantes hispanos y Walton y Luis Munoz escuelas primarias (también en la zona Clark-Fulton), donde Ezperanza Inc. contrata a coordinadores para las escuelas. Estas escuelas “no logran a cumplir el mínimo de los estándares del estado de Ohio,” según el Cleveland plan, y no son las únicas escuelas con esa marca.

Cuando los votantes aprobaron una recaudación fiscal de $15 millones en noviembre de 2012, lo hicieron con la promesa de arreglar las D y F en las calificaciones del distrito (Lincoln West es un ejemplo) hacia una aprueba, algo que pueda resemblar un punto de apoyo para los ciudadanos futuros de la ciudad. Proponen renovar la recaudación fiscal en los finales de 2016.

Sin embargo, el distrito ya se ha negado las promesas. Para la población de estudiantes hispanos ya marginalizados, con la barrera lingüística, dicen los profesores que la estrategia no funciona. Aunque para el distrito el índice de graduación está aumentando – para todos los alumnos de razas variadas – los padres y los profesores conocen bien que los estudiantes con más necesidades están cayéndose por rajaduras cada vez más anchas en el sistema cada vez más estandarizado.

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Eric Sandy

Eric Sandy is an award-winning Cleveland-based journalist. For a while, he was the managing editor of Scene. He now contributes jam band features every now and then.
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